Adios a Las Armas (Spanish Edition) by Ernest Hemingway

Adios a Las Armas (Spanish Edition) by Ernest Hemingway

autor:Ernest Hemingway
La lengua: eng
Format: epub
publicado: 2018-10-29T16:00:00+00:00


26

Me asomé a la puerta. Había dejado de llover, pero seguía habiendo niebla.

—¿Vamos arriba? —le pregunté al capellán.

—Solo tengo un minuto.

—Suba usted un rato.

Subimos las escaleras y entramos en mi habitación. Me tumbé en la cama de Rinaldi. El cura se sentó en la cama de campaña que había montado el ordenanza. La habitación estaba a oscuras.

—Bueno —dijo—, ¿de verdad te has recuperado?

—Sí. Aunque estoy un poco cansado.

—Yo también, pero sin motivos.

—¿Y qué me dice de la guerra?

—Creo que acabará pronto. No sé por qué, pero tengo esa impresión.

—¿Por qué?

—¿Ha notado cómo ha cambiado el comandante? Se ha vuelto amable. A mucha gente le ocurre igual.

—A mí también me pasa.

—Ha sido un verano terrible —dijo el cura. Parecía más seguro de sí mismo que antes de que yo me fuera—. No lo imaginas. Aunque has estado aquí y puedes figurártelo. Mucha gente no ha comprendido lo que era la guerra hasta este verano. Oficiales que pensé que nunca llegarían a entenderlo lo han entendido.

—¿Qué ocurrirá? —acaricié la manta con la mano.

—No sé, pero no creo que pueda durar mucho.

—¿Y qué ocurrirá?

—Dejarán de combatir.

—¿Quiénes?

—Ambos bandos.

—Ojalá —dije.

—¿No lo crees?

—Me resisto a creer que los dos bandos dejen de combatir de pronto.

—Supongo que tienes razón. Sería pedir demasiado. Pero, cuando veo cómo ha cambiado la gente, no creo que puedan seguir así mucho tiempo.

—¿Quién salió victorioso este verano?

—Nadie.

—Ganaron los austríacos —respondí—. Impidieron que tomasen San Gabriele. Ganaron. No dejarán de combatir.

—Si piensan como nosotros, lo harán. Han pasado por lo mismo.

—Nadie deja de combatir cuando está ganando.

—Me desanimas.

—Solo digo lo que pienso.

—Entonces, ¿crees que seguirá indefinidamente? ¿Que no ocurrirá nada?

—No sé. Solo creo que los austríacos no se detendrán después de obtener una victoria. Es la derrota lo que nos hace cristianos.

—Los austríacos son cristianos…, excepto los bosnios.

—No me refería a que sean cristianos en sentido literal. Sino como Nuestro Señor. —No dijo nada—. Nos hemos vuelto más amables porque nos han derrotado. ¿Cómo habría sido Nuestro Señor si Pedro le hubiese salvado en el huerto de los Olivos?

—Exactamente igual.

—Lo dudo —objeté.

—Me desanimas —dijo—. Creo y rezo por que ocurra algo. Lo presiento.

—Puede que tenga razón —dije—. Pero solo nos pasará a nosotros. Si pensaran como nosotros, estaría bien. Pero nos han vencido. No piensan igual.

—Muchos soldados han pensado siempre así. Y no es porque los hayan derrotado.

—Los derrotaron desde el principio. Desde el mismo momento en que los sacaron de sus granjas y les obligaron a alistarse en el ejército. Por eso los campesinos son tan sabios, porque los han derrotado desde el principio. Deles el poder y verá qué sabios son. —No dijo nada. Se quedó meditando—. Ahora soy yo el que se ha desanimado. Por eso nunca pienso en estos asuntos. Procuro no pensar demasiado, pero cuando me pongo a hablar, digo cosas que he descubierto sin pararme a pensarlas.

—Tenía la esperanza de que ocurriera algo.

—¿La derrota?

—No. Otra cosa.

—No hay nada. Excepto la victoria. Y podría ser peor.

—He pasado mucho tiempo deseando la victoria.

—Yo también.

—Ahora ya no estoy tan seguro.

—Tiene que ser lo uno o lo otro.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.